Hasta el momento no había usado un flashback en condiciones. No estaba completamente cómoda con la idea hasta la primera revisión por parte de mi editora. Ella me señaló que estaría bien ampliar la escena tanto como para darle un capítulo propio.

Me gusta la idea de que sean los propios personajes los que, con sus defectos, miedos e inseguridades, se arruinen la vida. No siempre tiene por qué ser algo definitivo, pero suelo jugar con las malas decisiones de los protagonistas, que siempre vuelven para moderles el culo.

En este capítulo se desvela que el motivo por el que Bahuer está en el equipo es únicamente por la lujuria de Kerr. Ella ha insistido en contratarlo a pesar de que hubiese candidatos mejores porque le apetecía un revolcón, y no se ha parado a pensar ni en las consecuencias ni en que podría haberlo conseguido de otra manera sin que ello implicase una gran falta de profesionalidad por su parte. Así es Kerr. Hay que quererla.

Me gusta la frase en la que menciona que su boca pedía a gritos un mordisco. Una de las primeras cosas que piensa en Un encargo fácil durante la presentación de Bahuer es que su boca pide a gritos una patada. Una buena manera de ver cómo ha evolucionado su relación, ¿no?

Kerr reconoce el error en cuanto lo ha cometido y le dice que no puede volver a repetirse. Sabemos cómo acaba esto, ¿verdad? Bahuer, que todavía no se ha tomado confianzas, juega a ser dócil y encantador. Es la única manera en la que puede haberse repetido hasta llegar a la relación tóxica que tienen en el presente. Lo malo de las personas de este pelo es que rara vez se anuncian como cabronas con un cartel y una banda de música. Te vas dando cuenta a medida que las conoces y te enredan.