Capítulo 2
Después del chorrazo de acción, tocaba algo de desarrollo de personajes y un poco más de trasfondo, además de la primera escena de sexo.
Después de recibir una herida en combate, Kerr es atendida por Rurik. Siempre me han gustado las escenas en las que un personaje le cura las heridas a otro. Primero, porque siento una extraña fascinación hacia el proceso, y segundo porque creo que es un buen modo de mostrar el grado de intimidad entre dos personas.
En este caso me venía de perlas porque Rurik es la persona de Horizonte Rojo en quien Kerr más confía. Es un perro viejo, una figura paterna y su mentor, pero la escucha y trata como a su superior. Es justo lo que Kerr necesita para reafirmar su confianza, pero su frialdad e incapacidad para demostrarle afecto no termina de darle seguridad. Creo que, de no ser Kerr la hija de su jefe, Rurik habría terminado por mostrarse más cariñoso con ella. Pero Rurik es un hombre que sigue las normas y hacerlo tal vez habría sido rebasar la línea.
Y de la relación que más beneficia a Kerr, pasamos a la que lo hace menos. Bahuer es un personaje que me gusta mucho. Es un chulo-playa espacial con los mismos problemas de autocontrol que Kerr. Los dos se parecen mucho y ella lo sabe, y lo detesta… pero no puede evitar seguir con él. Me gustan las relaciones tóxicas y ésta es especialmente dañina para la autoestima de Kerr, que la usa para castigarse todavía más. Ya veremos más acerca de su origen en los números venideros.
El desarrollo de la escena se basa en la competencia y el ansia de quedar por encima del otro intelectual, física y sexualmente, la antítesis de todo lo que yo considero sano en cualquier relación. Algunos lectores cero me comentaron que no les resultaba excitante por este motivo, mientras que otros lectores la han encontrado muy apetecible. Hay opiniones de todo tipo.
Este capítulo es, en definitiva, el Yin-Yang de Kerr. Rurik es la eficiencia fría y reservada que le permitiría convertirse en una buena profesional y alcanzar el respeto que tanto desea, y Bahuer su lado pasional y destructivo, la piedra que la hunde cada vez que intenta nadar.