Capítulo 4

Kirsten fue musulmana desde su concepción como personaje. Me parecía un aspecto digno de explorar, sobre todo por la mala prensa que tiene el Islam en todos los sentidos. Antes de escribirla, me informé sobre feminismo musulmán y musulmanes queer, y cómo conjuga la gente sus creencias y costumbres con sus propias identidades. Con todo, Kirsten está lejos de ser LA musulmana. No es mi intención describirla como la mujer más devota, ni la más virtuosa. Muchas de las cosas que hace desafían las reglas de su religión, y esa contradicción es parte de su personaje y su identidad.

Kerr, por otro lado, se comporta como la típica atea listilla que no pierde ocasión de sentirse superior porque ha superado la religión. Yo misma soy atea, pero cuando veo a alguien así (algo que suele ocurrir en Internet) no puedo evitar poner los ojos en blanco. Me parece que en la religión hay cierta belleza espiritual. En mi caso, creer es algo que no me sale y que está fuera de mi alcance, pero intento no ser Kerr. Sobre todo porque, cuando eres Kerr, quedas como una imbécil. Por suerte, Kerr se da cuenta aunque sea a las malas.