Capítulo 8

Kerr es hija de su padre y de su madre con todas las consecuencias. Si te paras a pensar, es raro que haya alguien que no tiene o haya tenido algún tipo de conflicto con su familia. En cierto modo, todos salimos marcados de la casa de nuestros padres y juramos que no haremos lo mismo que ellos cuando criemos a nuestros hijos. Pero lo haremos, probablemente. Cometeremos los mismos errores u otros distintos, y les pasaremos nuestro propio fracaso. Casi siempre. Al menos es lo que extraigo después de vivir en una familia desestructurada y conocer a amigos que vienen de los mismos sitios. Hasta aquí mi reflexión personal 😛

Volviendo a Horizonte Rojo, la relación entre Kerr y su padre es muy tensa. Aun así, lo que Kerr más desea es recibir su aprobación, y su padre es un hueso duro de roer. Cada encuentro no es más que una excusa para decepcionarse mutuamente y echarse cosas en cara. Y esta no es una excepción. Liarla parda no sale barato y Kerr no ha ganado ni la mitad del dinero que pretendía, de modo que no ha conseguido lo que buscaba, que era demostrarle a él que podía ocupar su puesto y ser una capitana seria. Además, parece que Rurik está enfermo.

Para Kerr, Rurik es un mentor y una figura paterna, y aunque con él tiene la misma necesidad de aprobación que con su padre, sí recibe estímulos positivos por su parte. De ahí que ante la posibilidad de que esté enfermo se torne ansiosa y trate de calmarse visitando a Kirsten. Tener una amante hacker siempre es práctico, pero parece que a Kerr no se le ha ocurrido que alguien que puede entrar en ficheros ajenos como Pedro por su casa es un poco peligroso…