Cualquiera que me conozca sabrá que Steven Universe es una de mis series favoritas, por delante de muchas otras «míticas» de imagen real y con un target más cercano a mi edad. Debo admitir que al principio no me enganchó demasiado: Steven era demasiado crío, el típico niño patoso al que las gemas tenían que salvar pero que inexplicablemente acababa descubriendo el modo de ganar mientras que sus tutoras no lo hacían. Sin embargo, como muchos otros personajes de la serie, Steven cambia, crece, se descubre a sí mismo y se convierte en otra crystal gem como sus compañeras sin perder nunca su esencia bonachona y pacifista.
Steven Universe es una serie destacable en muchos sentidos. Su animación, su representación de personajes diversos, su mensaje de amor, su alegría, que tanto contrasta con los momentos nightmare fuel que aparecen de vez en cuando… Todo es estupendo. Pero si hay algo que me gusta de ella y que la pone muy por encima de otras series adultas y «zuper ozcuraz» es la consistencia de sus personajes, sus arcos dramáticos y su caracterización.
Por poner un ejemplo, Juego de Tronos (la serie, no los libros, ojo) parece un coche sin frenos que tira la consistencia por la ventana según exija la trama, con sus personajes tomando decisiones que no corresponden con su esencia, o tomándolas en un capítulo pero olvidándose de ellas dos o tres después (Sansa…). Steven Universe, «esa serie para críos», se las arregla para no sólo crear algunos de los personajes más convincentes de la ficción, sino que genera una progresión dramática muy creíble para ellos.
Hay muchas cosas que los escritores podemos aprender de Steven Universe. No sólo os animo fervientemente a verla (son, hasta el momento, 80 episodios de diez minutos cada uno, y cada uno es mejor que el anterior), sino que en este artículo voy a intentar enumerar las cosas que nos enseña en lo que a desarrollo de personajes se refiere:
ESTE POST CONTIENE SPOILERS DE STEVEN UNIVERSE HASTA GEM DRILL