Hace unos meses vi un gameplay del juego de Playstation 2 Silent Hill 4: The Room. No es el mejor recordado, pero en mi opinión tiene unos cuantos puntos muy interesantes que lo mantienen por encima de títulos posteriores que se limitaban a ser un refrito del favorito de los fans, Silent Hill 2. Aparte de mucha sangre, cuerpos emparedados, backtracking a tutiplén y un sistema de juego mejorable, Silent Hill 4 tiene uno de los mejores ejemplos del complejo madonna-whore que haya visto en mucho tiempo.
¿Qué es el complejo madonna-whore? Pues fue identificado en primer lugar por Freud y define el complejo psicológico por el cual un hombre coloca a las mujeres en dos arquetipos posibles: o puta, o santa. O divertimento para un rato o material para esposa. O pozo de pecado y perversión o pobre damisela a la que proteger de la crueldad del mundo. Seguro que no os suena para nada disparatado: seguro que habéis oído alguna vez cómo en la vida real alguien afirmaba que una chica solo valía para un revolcón, pero no para salir en serio. Que este complejo se haya trasladado a la ficción no es nada sorprendente. Y, como cualquier obra de ficción, destila una idea que pasamos a aceptar e imitar para a su vez dar a luz a nuevas obras que siguen los mismos arquetipos.
¿Todavía no lo veis claro? Os voy a explicar la manera clarísima en la que se revela este complejo en el diseño y narrativa de Silent Hill 4. Ojo con los spoilers: