la otra fantasia medieval

Por una amiga: cómo escribí mi relato para La otra fantasía medieval

Por si no lo sabíais, Laura Morán lanzó una convocatoria para una antología llamada #LaOtraFantasíaMedieval. Pretendía demostrar que el medievo no tiene por qué ser #medievoooo cuando escribimos fantasía. Si hay dragones y elfos, ¿por qué no hombres y mujeres que hacen lo que les da la gana sin tener que encajar en un rol artificial? ¿Por qué perpetuar la violencia contra las mujeres amparándose en que «la época era así» (spoiler: no, no lo era) cuando le damos mil vueltas a un sistema Sandersoniano de magia dura?

Resulta que la convocatoria fue un éxito y le llovieron los relatos. ¿Y qué hemos aprendido escribiéndolos? Laura nos ha pedido que contemos cómo ha sido el proceso y aquí vengo a ello.

La idea inicial

Lo primero que debo decir es que la idea que tuve en un principio no llegó a buen puerto. Estaba tan poco inspirada al respecto que llegué a decirle a Laura que no iba a poder colaborar. Pero, un buen día y por sorpresa, el puñado de neuronas buenas de mi cerebro hizo contacto y la Compañía Amable me secuestró por completo.

Hace un año y pico me encontré con el dibujo de lo que parecía una mercenaria con una pierna pocha. El dibujo tenía tonos grises y ocres y un estilo duro y descuidado, como una tristeza sucia. La imagen se me quedó grabada y supe que en algún momento querría escribir algo sobre esa persona. ¡Y así llegó Trig!

Los personajes

Trig es una guerrera curtida y maltratada por los años y las heridas. Como vino ágil y nervuda desde el principio, supe que necesitaba una contrapartida más lenta y estable. Y como quería introducir peleas en las que se usase una maza (se habla poco de las mazas), no tardé en parir mentalmente a Dalika. Donde Trig era prudente y tranquila, Dalika era arrojada y apasionada. No sé en qué momento decidí que sería una clériga, pero enseguida supe que quería que fuese una seguidora de una diosa del amor. Me parecía divertido que alguien que predicase el amor al prójimo tuviese pocos miramientos a la hora de romper articulaciones y cráneos.

Tenía dos mujeres mayores, experimentadas y cansadas. Dos antiguas amigas. ¿Y qué podía unirlas?

La trama

En realidad, la trama que cuenta el relato es muy sencilla: dos mujeres buscan al ser querido de una de ellas. Los años las han vuelto cínicas y su amistad se ha desgastado por los años de separación y la sensación de abandono, pero la fuerte lealtad que las une las impulsa a trabajar juntas como si nunca se hubiesen dicho adiós. Es una situación que hemos visto muchas veces en historias protagonizadas por hombres. Los viejos amigos reunidos por una causa que descubren por el camino que su lealtad mutua continúa inalterable (True Detective, y el parecido no es casual). Pero casi siempre que se escriben historias sobre antiguas amigas se hace desde una perspectiva emocional (para recordar viejos tiempos, como en la película Amigas para siempre) en lugar de hacerlo por una misión concreta.

amigas para siempre
La Compañía Amable es así, pero con mazas y demonios.

En este caso, de trata de la búsqueda del hijo de Dalika. Me gustaba la idea de que una de las dos fuese madre y guerrera porque no se ven muchas. Además, que el McGuffin de la historia fuese un hombre en edad de tener a sus propios hijos (en lugar de un niño o una mujer joven) me servía para subvertir un poco más el planteamiento de la historia.

El grupo

Aunque en este relato solo aparezcan Dalika y Trig, tan pronto tuve a una guerrera y una clériga supe que necesitaba una hechicera y una pícara. Estas dos mujeres habían pasado su juventud viviendo aventuras y no lo habían hecho solas, sino junto al grupo proverbial de D&D (más la barda, a la que me pareció divertido traer muerta de serie por ser la clase comodín). Me pregunté por qué se habían separado y qué las había unido en un principio, y sus personalidades e imágenes llegaron casi de inmediato, como si me hubieran estado esperando.

Me sedujeron tanto que antes de empezar el relato para La Otra Fantasía Medieval ya sabía que vendrían otros. La Compañía Amable vivirá (y habrá vivido) más aventuras, e iré publicándolas a medida que las escriba. ¡Bien!

El tono

Dado que estaba escribiendo un relato gritty de mujeres cínicas y llenas de cicatrices que bucean en los bajos fondos y que usan armas temibles (una cimitarra y una maza), el tono grimdark era inevitable. Por lo general me tira la baja fantasía, las moralidades grises y la violencia explícita, pero desde Montreim no había escrito nada con la intención de que fuera oscuro. Realista, incómodo y directo, pero no oscuro.

la otra fantasia medieval
Este es el verdadero grimdark medieval

También quería demostrar que el grimdark no tiene por qué ir de la mano con la violencia sexual o machista. Trato de evitar esos elementos en las demás cosas de escribo, así que no puedo decir que me haya costado esta vez. Eso sí: me lo he pasado bien describiendo heridas. Sabía que aquel post de Tumblr sobre grados de quemaduras cuyas imágenes me traumatizaron me iba a venir bien.

El mundo

Cuando le contaba mis ideas a Dikana, me dijo que si quería darle un toque de originalidad al mundo sería mejor que evitase replicar por enésima vez el medievo inglés. Dado que empezaba a plantearme el arma que usaría Trig y me seducía la cimitarra, la ciudad se convirtió rápidamente en morisca. Me apetecía darle un toque castellano-andalusí, así que hay toques de las dos culturas por todas partes. Los nombres, por ejemplo, son castellanos antiguos o árabes (o una corrupción de ambos). El licor que se bebe es orujo, no brandy (un beta me señaló que debía ser al contrario antes de darse cuenta del aire que tenía el worldbuilding), se comen guisos con comino y se habla de gente del desierto que vive no muy lejos de allí.

La magia

Aunque el grupo del que se habla tenga influencia de D&D, el sistema vanciano nunca me ha convencido. Ni me pegaba para esta historia ni quería basarme tanto en el juego de rol. Además, el tono grimdark pide una magia peligrosa y prohibida, así que tiré por el lado demoníaco/elemental. Los humanos pueden hacer cosas sobrehumanas a través de invocaciones y ataduras, y en ocasiones pactos. La magia está aceptada porque es muy útil, pero solo en pequeñas dosis. Los cambios más importantes exigen tratos con poderes mayores, que son (o deberían ser) vigilados de cerca. Ahí es donde el papel de Dalika se hace indispensable por su condición de clériga. Y hasta aquí puedo comentar. El resto será mejor que lo descubráis leyendo la historia.

La antología

¡Me muero de ganas de leer el resto de relatos y ver cómo han enfocado el medievo sin machismo el resto de escritores! Espero que salga pronto y que os guste tanto como a mí participar en ella.