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Cómo escribir una novela (II)

Una vez tengas la idea, te darás cuenta de que es más un conjunto de imágenes, retazos de personajes, escenas sueltas y diálogo desordenado que UNA idea. Gracias a este conjunto has podido juzgar, más o menos, si la idea merece la pena. Pero sólo con ello no puedes enfrentarte a la tarea de construir una novela. Necesitas planificación.

Mapas o brújula

Desconocía la diferencia de mapas o brújula hasta que leí una entrada al respecto en el blog de César Mallorquí. George Martin dice que la contraposición es de arquitecto vs. jardinero. Lo más corriente es tener un poco de cada, pero la diferencia fundamental es el escritor que planifica contra el escritor que se aventura.

Cuando yo empecé, era principalmente de mapas. De ello extraje las cuatro novelas que he escrito más rápido y con más facilidad. Después, no sé por qué, me volví casi completamente de brújula. Abandoné la planificación y vagabundee por las historias dando lugar a varios borradores fallidos e inacabados.

Por tanto, voy a hacer el esfuerzo de volver a los mapas. Mi viaje de construcción hacia el NaNoWriMo será así, y así lo plasmaré. Si eres de brújula o ni siquiera lo sabes, no te preocupes: saca de esto lo que te sirva e ignora todo lo demás. ¡No pasa nada!

Los cimientos (y un montón de ideas de decoración)

Tienes un montón de retazos sueltos que giran en torno a tu idea. Los percibes, pero no los has desarrollado del todo. Es el momento de plasmarlos en papel. Coge un cuaderno o abre un archivo en blanco en tu procesador de textos y escribe todo lo que sepas sobre tu idea. No ordenes: simplemente escribe.

Cuando termines, verás que tienes la sombra de un esqueleto. Un hueso aquí, una estructura que se insinúa allá… ¿Vas a poder hacer algo con todo esto? ¡Claro que sí! Tienes que darle forma.

Lo primero es localizar los puntos importantes. Necesitarás (al menos) un protagonista, un antagonista y un objetivo. Probablemente tengas muy claro alguno de los tres puntos. Seguro que sabes mucho acerca del ambiente y el espacio donde se desarrolla y adoras a los personajes secundarios. ¡Guarda todo eso! Después te hará falta, pero primero necesitas matizar esto.

En el caso de la novela que voy a escribir este noviembre, es una idea que lleva rondándome mucho tiempo. Tenía cosas sueltas del setting y de los personajes secundarios, algo sobre la protagonista y su familia y más o menos un objetivo, pero me faltaba un antagonista. Mi novela es de misterio, por lo que necesito saber antes que nada quién es el culpable del hecho a investigar. Después de darle una vuelta, descubrí quién era el antagonista y cómo se unía con el objetivo y el setting.

La trama (y un montón de cosas extra)

Como ya tienes los tres elementos básicos, puedes ponerte a desarrollar la trama. En realidad, la trama no es más que las cosas que pasan mientras el protagonista persigue el objetivo y no lo alcanza debido a los conflictos (o antagonistas). ¿Ves por qué era necesario hallar esos tres pilares?

Ojo: no todas las cosas malas pasan por culpa del malo. Los personajes principales deben tener conflictos externos (con el ambiente, con el villano) tanto como conflictos internos (inseguridades, traumas, contradicciones). En muchas ocasiones, los peligros surgen de estos conflictos internos.

En mi novela Guerreros del Sol, la protagonista recibe un claro objetivo desde el principio: viajar al este y contactar con su madre para ganarse su apoyo en la guerra civil. Pero Beren tiene un conflicto interno con la aceptación de responsabilidades y todo lo que tiene que ver con su madre. En lugar de viajar al este, tal y como había prometido, se dirige al oeste para visitar a su hermano. Esto tiene unas consecuencias que se añaden a la trama y que provocan cambios en la protagonista. ¡Y ninguno de los villanos se interpone entre ella y su camino libre hacia su madre!

Beren Gaeti

Si tu protagonista toma decisiones erróneas, como Beren, es que es humano.

Lo que me gusta hacer para encontrar la trama es redactar un resumen de las cosas que tienen que pasar. Es muy normal que te quedes atascado en un punto y que necesites pensar un tiempo para saber cómo continuar. A veces, lo que falta es un personaje más o un catalizador. En cuanto broten, servirán como nuevos raíles para el tren de la trama: verás que se desliza sobre ellos sin ningún problema.

En mi propia experiencia, mientras desarrollaba la trama para este noviembre, me encontré con que mi protagonista no tenía un motivo muy claro para implicarse en la resolución del misterio. La curiosidad propia ayudaría, pero no bastaba para meterse en un berenjenal que podía resultar en ella despedida del trabajo o muerta. Estaba muy claro que necesitaba un motivo personal para ponerse en peligro… y no lo tenía.

Así que me vino a la mente una petición de ayuda. Y, aunque no lo sabía hasta entonces, resultó que el marido de mi protagonista tenía un sobrino al que los dos querían mucho, pero no veían hacía un tiempo. En mitad de la noche aparece en su puerta pidiéndoles refugio y ayuda: hay alguien que le busca para matarle porque ha contraído la misteriosa enfermedad que azota la ciudad en la que viven. La protagonista deberá reaccionar a este descubrimiento. Me da un conflicto estupendo: ¿supera su amor por el sobrino el miedo a la enfermedad? No sólo eso. Gracias a que el sobrino está perseguido, puedo establecer un buen motivo para que la protagonista se reuna con un personaje secundario que tenía en el limbo desde el principio. Este personaje secundario la guiará hasta el nexo que une al sobrino con el antagonista. Ya tengo la mitad de la trama preparada, y todo gracias a un personaje que hasta ahora no existía.

Dale la tabarra a un amigo

No hay nada mejor para desarrollar una historia que contarla. En tu mente, la trama se tambalea. Tienes ciertas ideas de lo que tiene que ocurrir, pero no cómo. Lo mejor para darles forma es elaborarlas. Si lo haces para otra persona, tendrás que esforzarte el doble para que sea comprensible, y en el camino despejarás incógnitas.

Cuéntale a alguien de qué va la historia. Si es otro escritor, podrás devolverle el favor y las historias de ambos mejorarán. Que te haga preguntas si no entiende algo y que te pida que expliques lo que más le interesa. Pídele que te dé ideas. Mientras tanto, anótalo todo.

Resúmenes y esquemas

Una vez tengas un resumen de la trama, que recomiendo que ocupe al menos una página entera, fragméntala en capítulos. No hay un número óptimo, pero piensa en unos doce o trece, al menos. Después, mientras escribas, tendrás tiempo de derribar tabiques y fusionar capítulos, o abrir más porque lo necesitas.

¿Sabes qué toca ahora? Vuelve a resumir la trama, pero con más detalles. Si puedes, separa las escenas y planifícalas todo lo posible. Anota para qué sirven, quiénes salen y por qué son necesarias. Recuerda: si te quedas atascada, lo más probable es que te falten nexos que todavía no conoces. Dale una vuelta, o dos, o tres, y añade lo que sea necesario. Descubrirás cosas sobre los personajes y sus conflictos que podrás utilizar para beneficio de la historia. Es muy normal descubrir algo mientras planificas el capítulo ocho y volver atrás para encajarlo correctamente. Aprovéchate de las sinergias que aparezcan.

Como puedes ver, el proceso se desenvuelve a base de volver sobre los pasos y ampliar información. La trama (y los personajes, y la novela) no van a surgir en un rayo de inspiración. Cuando ocurra, será útil y cambiará muchas cosas para bien… pero como suelen decir, que te pille trabajando.

Cómo escribir una novela (I)

¡Aquí está la temida explicación del temido proceso! Bueno, la explicación de un proceso. Mi proceso. Lo que quiere decir que lo que yo hago puede ser completamente distinto de lo que hacéis vosotros, que podéis estar en desacuerdo conmigo tanto como queráis y que no creo poseer la verdad absoluta. Al final, no es más que lo que he aprendido a través de mis experiencias, que son personales e intransferibles. Vosotros tendréis viajes distintos, sin duda.

Lo primero y más importante es elegir la idea.

La mente de los escritores es como un tambor de lavadora lleno de piedras. Hay mucho ruido, muchos golpes y mucha violencia. Es una lata. Lo bueno es que tanto choque de piedras da lugar a chispas. Cuántas y cuándo depende de lo mucho que se mueva el tambor, pero es innegable que llegar, llegan. Algunas chispas son insignificantes y se pierden, otras parecen prometedoras pero se apagan. Las importantes son las que podemos alimentar con algo de yesca para dar lugar a un fuego.

Las chispas… bueno, las ideas, son algo estupendo que tener. Estar inspirado es magnífico, porque el tambor se mueve sin parar y no salen más que imágenes, párrafos, pedazos de diálogos, posibles medios, posibles finales. Lo malo es que hay que saber alimentar esas inspiraciones en bruto para que den lugar a algo.

Musa Oglaf

Algunas ideas es mejor dejarlas cocer a fuego lento para que vayan desarrollándose a lo largo del tiempo, en ocasiones años. Otras te asaltan y te obligan a trabajar en ellas sin parar hasta que te abandonan. Es muy importante apuntarlas todas, pero no siempre se puede trabajar ellas.

A la hora de planificar una novela, es vital escoger bien la idea. Empezar una historia es como estar enamorado: todo es maravilloso y nuevo, el corazón te va a mil por hora y no puedes dejar de pensar en ella. Estás a punto de pedir en matrimonio a alguien a quien apenas conoces, lo que no es moco de pavo. ¿Después de un año de relación vas a quererle igual? Tienes que ser capaz de enfriar la cabeza y mirar a tu idea y, de alguna manera, averiguar si cuando llegue la etapa de los pedos en la cama va a seguir siendo una pareja adecuada para ti. Cuando descubras que ronca o que no levanta la tapa del retrete, ¿qué va a pasar con ese enamoramiento?

Traducido a términos literarios: cuando te topes con un medio minado de agujeros de trama, cuando tu protagonista no tenga personalidad, cuando no tengas ni idea de cómo llegar al clímax, ¿vas a querer pelear las veinte o treinta mil palabras que te queden? ¿Vas a estar dispuesta a editar una o dos o tres veces el mismo borrador? ¿Vas a volver después de jurar que tu historia es basura y que esto ha terminado?

Si la idea aún merece la pena en el punto más bajo, elígela. Si ves un potencial inusitado, si sabes que esta es la buena, si te conoces suficiente para ser capaz de continuar a pesar de los malos momentos, adelante.

El NaNoWriMo es un proyecto ideal para saber si las ideas van a ser aventuras fugaces o matrimonios bien avenidos. Tienes 30 días para descubrirlo. Pero si vas a optar por otro método, piénsatelo bien. Escribir una novela es un proceso que dura años.