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Desarrolla tu narrativa jugando: 5 juegos de mesa para escritores

Hace un par de fines de semana aproveché el tiempo espléndido para encerrarme en casa a jugar a juegos de mesa (pero el sol entraba por la ventana y alegraba mucho, que conste). Mis compañeros de juegos, aparte de PREZ y un amigo sin Twitter, fueron @dragon_mecanico y @MPMoles_, así que la atmósfera creativa era considerable. Jugamos a varios juegos, pero creo que con el que más nos divertimos fue con Érase una vez, que al fin he adquirido tras años de tensión sexual no resuelta.

El chispazo de creatividad y capacidad de improvisación que proporciona este juego es considerable, de ahí que se me haya ocurrido reunir en una lista los juegos que considero que mejor le van a un escritor para practicar y hacer estiramientos creativos. He jugado a todos ellos y algunos me gustan más y otros menos, pero considero que todos tienen valor para cualquier persona a la que le guste contar historias y quiera hacerlo mejor. ¿Empezamos?

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escritores brujula

3 consejos de supervivencia para el escritor brújula

Seguro que has oído alguna vez que hay escritores de brújula y escritores de mapa. Los primeros se lanzan a la aventura en ropa interior con un teclado y un Monster de medio litro como únicos compañeros. Los segundos, con una gruesa carpeta donde guardan, perfectamente ordenadas, todas las notas y escaletas de la historia que van a escribir. Los primeros tienen fama de locos, de dejar que los personajes se les suban a las barbas y de sufrir horribles bloqueos porque las cosas se les han ido de las manos. Los segundos, de cuadriculados. Sin su plan perfectamente trazado, se pierden. No pueden improvisar como hacen los brújula.

No voy a decir que los estereotipos se equivocan. Después de todo, si son estereotipos es porque se basan en una parte de verdad. Como escritora híbrida (sí, también hay de esos) que tiende más a la brújula, los bloqueos y la trama que se me va a Cuenca no me son extraños. He intentado (en este blog lo he dicho varias veces) encomendarme al santo patrón de los escritores de mapa y prometerle mis futuros descendientes a cambio de que me permita imbuirme en la Sagrada Magia de la Escaleta.

Pero… no funciona. No voy a mentir: probablemente tenga que ver con mi incapacidad para la disciplina. ¡Pero no es solo eso! No es que no me ponga a escribir hojas y hojas de planes porque no me apetezca, es que mi cabeza no funciona así del todo. Aunque tenga resúmenes de los capítulos y conozca la trama casi al dedillo, tiene que haber un resquicio de misterio para que los engranajes de mi cerebro se pongan en marcha. Si tardo demasiado en planear, la historia me arrastra a la hoja en blanco. Los relatos, aunque conozca el principio y el desenlace, los descubro mientras escribo.

Y sí, con una buena escaleta quizá me ahorraría reescrituras y dudas, pero… creo que no funciono así. No del todo.

Si tú te encuentras en las mismas que yo, felicidades: este artículo es para ti. Y si no es para ti porque eres una de esas buenas personas que hacen escaletas, te recomiendo que leas de todas maneras. Abajo del todo hay algo que quizá te interese.

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