En vista del éxito que tuvo mi artículo de la semana pasada sobre escritores brújula, no me queda otra que continuar con la serie y ampliarla. Para ello, fui a Twitter y os pedí sugerencias y preguntas para este artículo. Parece que hay más brújula sufridores de lo que pensaba en un principio, pero no os preocupéis: voy a intentar echaros una mano en lo posible a través de mi propia experiencia. Eso sí, de vez en cuando hay alguna trama o personaje que se me escapa de las manos más allá de lo que puedo reconducir. La infalibilidad es más productiva, pero menos divertida. Tan divertida como pueden ser las ganas de morder el teclado.
1 – Tus personajes se rebelarán más cuanto menos los conozcas
Creo que uno de mis puntos fuertes como escritora es la creación de personajes. Es deformación de jugadora de rol, supongo. Aunque por lo general mis historias comiencen con una idea sobre el mundo, todo el peso de la trama acaba recayendo en los cimientos de los personajes principales. Ellos son los agentes activos de la trama, los que toman decisiones y sufren las consecuencias. Tienes que conocerlos. Si no, ¿cómo vas a controlar lo que hacen?
No me refiero necesariamente a que rellenes una hoja innecesariamente larga sobre las costumbres nocturnas y hábitos de reciclaje del protagonista. Al final, esos detalles mínimos solo visten superficialmente al personaje y le dan apariencia de profundidad (que no profundidad real). Lo que tienes que conocer, aunque no la describas en un papel, es su psicología, sus objetivos, miedos y sueños.
Cuando pienso en un personaje y escribo desde su punto de vista, me siento ese personaje. Alguna vez he comentado que soy una escritora del método, si es que se puede usar esa expresión, porque me convierto brevemente en mis personajes para darles veracidad.
Si tienes «definida» una trama (ya sabemos cómo se definen las tramas brújula, sí) pero no tu personaje, es probable que no encajen. Tu personaje hará lo que le salga de las gónadas porque ese no es su objetivo. No quiere hacer lo que tú quieres que haga porque esa no es su trama.
Llegado a este punto, tienes que hacerle un reconocimiento completo al personaje y luego a la trama. ¿Es este el protagonista adecuado para los sucesos que tienes pensados, o por el contrario vas a tener que reorganizar la trama para permitir que el personaje haga lo que quiere realmente? Piensa qué te convence más.
2 – Define el tono y el tema
Una de las desventajas de trabajar sin un plan claro es que dependes de tu humor en más de un sentido. Trabajarás más cuando te encuentres feliz e inspirado, y menos cuando no te apetezca liarte a escribir. Esa es la perdición de los escritores y por eso es importante machacar el hábito y la disciplina, aunque sea por hincar los brazos en el escritorio y teclear cada día.
La desventaja que afecta a la escritura internamente, más allá del hecho de producir o no, está relacionada con el tono y el tema de la historia. Si no tenemos muy claro el tipo de historia que estamos escribiendo y qué queremos contar y cómo, el texto dará bandazos entre nuestros días altos y días bajos, los días en los que vemos Steven Universe y los días en los que vemos The Walking Dead. El protagonista será optimista y tendrá ganas de comerse el mundo en un párrafo, y al siguiente dudará de todos y de sí mismo. A menos que estemos escribiendo la historia de una persona con cambios de humor así de evidentes, cómo nos levantemos por la mañana marcará nuestro trabajo y le quitará cohesión y homogeneidad.
¿De qué va la historia que tienes entre manos? ¿De qué va de verdad? ¿Mantienes ese objetivo fijo y lo haces evidente a lo largo del texto o eres una veleta que quiere tocar todos los palos y acaba apenas rozando unos pocos? ¿Cuál es el tono de la historia? ¿La narración va en paralelo? ¿Hay altibajos? ¿Tienen esos altibajos algún sentido o solo sirven para crear incongruencias y puntos vacíos?
Si os pasa como a @Elisa3es y el tema ha acabado siendo el que no esperabais, es momento de poner en práctica los consejos que os di en el primer artículo. Habéis recogido algo que no habíais sembrado. ¿Os gusta cómo queda? Volved atrás y plantad semillas para ese fruto. Stephen King comenta en su libro Mientras escribo que, al terminar el primer borrador de Carrie y volver a leerlo, se dio cuenta de que el simbolismo de la sangre estaba presente y podía aprovecharlo. Al escribir el segundo borrador, incorporó más instancias de sangre simbólica para darle más cohesión y significado a la novela.
3 – Prepárate para hacerlo mal
A veces, por muchos consejos que yo te dé y mucho cuidado que tú tengas, la historia no funciona. Tal vez no sea una historia entera, sino solo una parte. O una escena. O un personaje. O un concepto de worldbuilding revolucionario.
Kill your darlings.
Mira, ya sé que has trabajado muy duro en esas 50.000 palabras, pero no valen. No funcionan. No sé por qué no lo hacen; cada fallo tiene su razón y quizá sea cosa del protagonista, de la trama o de cualquier otra cosa. Pero mira, como diría Ojete Calor: se tiene que ir ya.
Márcalo todo en una selección y cambia el color de la fuente al blanco. O ponlo en cursiva. O tachado. O dale a la tecla Supr y que los dioses los seleccionen. Duele, lo sé. Pero, ¿qué quieres? ¡Estás construyendo un rascacielos a ojo! ¡Va a haber accidentes seguro!
No tengas miedo de fallar. Borra, borra, tira, quema. Lo que te parezca interesante en sí mismo puedes guardarlo. Amputa un capítulo entero o media novela y ponlo en formol. Tal vez en el futuro encuentres dónde transplantarlo. Tal vez, si lo plantas, crezca para convertirse en otra cosa. O tal vez no llegue a funcionar jamás. Yo tengo una novela a medio escribir (en su segundo intento) que quizá un día decida resucitar de entre los muertos y darle una remodelación gore que va a parecer eso Braindead. O tal vez siga en formol indefinidamente. Pasa en las mejores familias.
Si no es viable, si es un engendro de la naturaleza incapaz de sobrevivir por sí mismo ahí fuera: A LA BASURA. Tocar un cadáver con un palo puede ser divertido, pero dedícate demasiado tiempo a ello y habrás perdido oportunidades de crear algo chulo.
También les pasa a los escritores de mapas, ¿eh? Son gajes del oficio.
Totalmente de acuerdo, recuerdo en curso de escritura que hice que la profesora que la profesora me dijo: «Tienes que hablar con tus personajes» y es cierto. Si los personajes tienen personalidad propia (Aunque imaginaria) no reaccionaran como tú querías, puede que la novela se vaya por otros derroteros o tengas que crear otro personaje o un acontecimiento para que al final pase aquello que tú querías. O igual, como dices tengas que tirar tres capítulos y retroceder, eso no es ningún fracaso, sólo un experimento que no salió del todo bien. Pero siempre nos quedaremos con lo bueno (Aunque sea para otra novela) y con la experiencia. Porque si después de escribirlo nos damos cuenta que no sirve, ya sabemos más que cuando nos pusimos a escribirlo.
Sobre el punto 3, el ilustrador James Gurney tiene un espejo cóncavo para concentrar los rayos de sol y lo usa para quemar las pinturas y dibujos que no le gustan. Es una buena forma de librarse de ellos 🙂
Muy buen artículo. Recuerdo que cuando comencé a escribir era, como creo que fuimos casi todos, un escritor de brújula. Me pasaban muchas de estas cosas, pero sobre todo me pasaba que se me ocurría una trama secundaria que consideraba tenía potencial no sólo en sí misma sino para mejorar la trama principal. Al final, acababa incapaz de desatar un nudo gigantesco con demasiados problemas.
Con el tiempo me convertí en escritor de mapa, y ahora, de hecho, planifico mucho (muchísimo), pero en ciertos aspectos me gusta todavía dejarme llevar por la intuición; por ejemplo, con los personajes.
Me pasa lo contrario de la rebeldía de personajes: «Tu personaje hará lo que le salga de las gónadas porque ese no es su objetivo. No quiere hacer lo que tú quieres que haga porque esa no es su trama.» Casi siempre tengo la trama hecha, pero quiero ver es cómo los personajes reacciona a la misma.
En fin, muy buen artículo. Creo que un escritor de mapa aprende mucho de los de brújula, y los de brújula de los de mapa. Lo mejor es siempre ser capaz de hacer una cosa o la otra.