Etiqueta: Ficción

O vírgenes o putas: el complejo madonna-whore en la ficción

Hace unos meses vi un gameplay del juego de Playstation 2 Silent Hill 4: The Room. No es el mejor recordado, pero en mi opinión tiene unos cuantos puntos muy interesantes que lo mantienen por encima de títulos posteriores que se limitaban a ser un refrito del favorito de los fans, Silent Hill 2. Aparte de mucha sangre, cuerpos emparedados, backtracking a tutiplén y un sistema de juego mejorable, Silent Hill 4 tiene uno de los mejores ejemplos del complejo madonna-whore que haya visto en mucho tiempo.

¿Qué es el complejo madonna-whore? Pues fue identificado en primer lugar por Freud y define el complejo psicológico por el cual un hombre coloca a las mujeres en dos arquetipos posibles: o puta, o santa. O divertimento para un rato o material para esposa. O pozo de pecado y perversión o pobre damisela a la que proteger de la crueldad del mundo. Seguro que no os suena para nada disparatado: seguro que habéis oído alguna vez cómo en la vida real alguien afirmaba que una chica solo valía para un revolcón, pero no para salir en serio. Que este complejo se haya trasladado a la ficción no es nada sorprendente. Y, como cualquier obra de ficción, destila una idea que pasamos a aceptar e imitar para a su vez dar a luz a nuevas obras que siguen los mismos arquetipos.

Silent_Hill_The_Room

¿Todavía no lo veis claro? Os voy a explicar la manera clarísima en la que se revela este complejo en el diseño y narrativa de Silent Hill 4. Ojo con los spoilers:

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escritores brujula

3 consejos de supervivencia para el escritor brújula (II)

En vista del éxito que tuvo mi artículo de la semana pasada sobre escritores brújula, no me queda otra que continuar con la serie y ampliarla. Para ello, fui a Twitter y os pedí sugerencias y preguntas para este artículo. Parece que hay más brújula sufridores de lo que pensaba en un principio, pero no os preocupéis: voy a intentar echaros una mano en lo posible a través de mi propia experiencia. Eso sí, de vez en cuando hay alguna trama o personaje que se me escapa de las manos más allá de lo que puedo reconducir. La infalibilidad es más productiva, pero menos divertida. Tan divertida como pueden ser las ganas de morder el teclado.

1 – Tus personajes se rebelarán más cuanto menos los conozcas

Creo que uno de mis puntos fuertes como escritora es la creación de personajes. Es deformación de jugadora de rol, supongo. Aunque por lo general mis historias comiencen con una idea sobre el mundo, todo el peso de la trama acaba recayendo en los cimientos de los personajes principales. Ellos son los agentes activos de la trama, los que toman decisiones y sufren las consecuencias. Tienes que conocerlos. Si no, ¿cómo vas a controlar lo que hacen?

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Ficción e ideología: cuando solo vemos la paja en el ojo ajeno

Las agendas ideológicas, qué en boga están. Son como muy del 2010, ¿no? Ahora hay un montón de gente haciendo ruido y exigiendo que en los cómics y las pelis salgan mujeres, y gays, y gente negra, y gente trans. Qué cosas, los paladines de la justicia y los caballeros blancos, qué de voces aparecen cuando se les da una cuenta de Twitter desde la que hablar. Y lo peor de todo es que los creadores… ¡les están haciendo caso! ¡Nos quieren meter sus agendas políticas por los ojos!

Cuando un juego como Baldur’s Gate decide introducir un personaje trans como si fuese una persona normal que hace un comentario al respecto si le preguntas por el nombre, los guionistas nos están enviando el mensaje de que las personas trans son personas normales y corrientes que podemos toparnos comprando el pan, yendo a clase o viviendo aventuras por Faerûn. Probablemente, si estás leyendo este blog, estés de acuerdo con este mensaje y consideres que es positivo (aunque, como todo, podría hacerse mejor).

Bueno, pues eso no fue lo que pensó parte de Internet.  Supongo que no tengo que explicaros que parte de Internet apesta a estas alturas, pero eso, que apesta.

Este artículo está fuertemente influenciado por este fantástico vídeo de Bukkuqui

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El amor que leemos no es amor de verdad

Me ha venido a la cabeza algo que me dijo mi madre sobre mi abuela hace años. «Creció leyendo novelas de amor y cuando se casó y vio que no era eso, se desilusionó muchísimo». Esto me hace recordar el punto 20 del último artículo de Gabriella Campbell (que si no has leído te recomiendo porque es estupendo):

El amor que leemos no es amor de verdad

Parece una tontería tener que recordar que el amor que leemos y vemos por televisión no suele ser de verdad, pero es necesario. Muy necesario. Ya sabéis que pienso que la ficción moldea la realidad y la realidad moldea la ficción, así que consumir una idea hasta que sea asimilada por el imaginario popular puede ser beneficioso o perjudicial. Puede ayudar a que veamos la diversidad como algo natural, por ejemplo, o puede romantizar relaciones abusivas hasta el punto en que las niñas de catorce años vean normal que su novio las controle porque Hardin esto o aquello.

amor
«Para demostrar mi amor por ti, me he descoyuntado las cervicales.»

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5 clichés de fantasía que detesto (con todas mis fuerzas)

¡Alto ahí, que te veo venir! «A ver qué dice esta sobre las cosas que salen en mi novela», murmuras entre dientes, y al bajar por la lista tus pupilas se contraen al darte cuenta de que uno o varios de estos puntos están en tu novela. Ruges y me maldices, y corres a comentarme que quién me creo yo que soy para decir que tu novela de fantasía es mala.

Pues nadie. Probablemente no me haya leído tu novela. Probablemente ni siquiera sepa cómo se titula, o si existe. Quizás tu novela haga un uso ingenioso del cliché y lo subvierta. Quizás tu novela haga un uso literal del cliché y, a pesar de todo, no esté mal. O quizás tu novela sea mala.

No lo sé. No la he leído. Probablemente.

Como diría un sabio (?) barbudo: «No es el cliché el que hace mala la novela, pero es la mala novela la que quiere que los clichés sean la novela». O algo así. Si te acuerdas de mi artículo de la semana pasada, comentaba 5 cosas que me atraen irremediablemente hacia una historia. Eso no quiere decir que la atracción fuese a culminar en amor eterno. Si la novela tiene una magnífica descripción de una ciudad aérea en la que el protagonista asexual vive con sus veinte familiares, pero la trama es lo más insulso que te puedas echar a la cara, nuestro affaire está condenado tan pronto me dé cuenta.

Por el contrario, si la novela está acosada por un millar de clichés pero tiene virtudes tales que me permitan sobreponerme a la reticencia inicial, igual me acaba encantando. Yo que sé. Sorprendedme.

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