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Del rol a la literatura: 5 claves que puedes aprender jugando

Soy una jugadora de rol empedernida. Llevo jugando desde los once años y no quiero dejar de hacerlo jamás, salvando los periodos de barbecho que acompañan a la época de exámenes o de gran carga de trabajo. Mi vocación de narradora me empuja a contar historias sin importar el formato, siempre con la perspectiva de emocionar y que me emocionen.

Es fácil encontrar las similitudes entre la literatura y los juegos de rol. Basándome en mi experiencia como jugadora y máster, he elaborado esta lista en la que enumero cinco claves que cualquier escritor o proyecto de debería tener en cuenta:

1 – El lector vive la historia a través de los personajes

El rol es un juego de empatía.

Los personajes son la puerta de entrada de los jugadores al mundo imaginario. Como alter egos de los jugadores, los personajes se relacionan con las circunstancias que plantea el máster y triunfan o fracasan en base a sus propias decisiones. A cambio de ser dioses, los jugadores disfrutan de las emociones derivadas de las experiencias de los personajes, ya sean positivas o negativas. Cuando un personaje tiene éxito en una jugada arriesgada, es el jugador quien deja escapar un grito de júbilo. Si su vida está en peligro, el jugador aprieta el dado y murmura plegarias en un intento de forzar la tirada que lo salvará. A menudo, toda la mesa contiene el aliento mientras uno de los personajes hace equilibrios en el borde del abismo. No importa que el resto de jugadores no controlen directamente al personaje: si el grupo está concentrado, la energía emocional se comparte.

Si no has leído Dark Dungeons, deberías hacerlo.
Si no has leído Dark Dungeons, deberías hacerlo. ¿Cómo vas a aprender a hacer magia negra si no?

En la literatura pasa lo mismo. El lector necesita personajes que le interesen y por los que se preocupe, dado que son el gancho que lo une a la historia. No importa lo buenos o malos que sean, sino la capacidad que tengan para conectar con el lector. Si no son interesantes, nadie va a seguir pasando páginas para saber qué les ocurre a continuación y si podrán sortear los obstáculos.

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Cómo escribir relaciones románticas realistas

Hoy es San Valentín, como supongo que El Corte Inglés ya os ha recordado. Bueno, más o menos. No me hagáis recordar la campaña de este año

Venga, que me pierdo. Es San Valentín, y aunque me parece una festividad consumista y estúpida que no celebro, aprovecho el impulso del marketing para escribir un artículo sobre EL ROMANCE. Y es que hay subtramas románticas por toooodas partes. A mí me gustan, aunque he de admitir que en muchos casos están metidas con calzador y tan mal desarrolladas que dan ganas de poner los ojos en blanco cada vez que alguien jura amor eterno a la primera buenorra que se le cruza.

Espero que después de estos seis puntos os sea más fácil escribir rolletes, amoríos y amores.

1 – Establece la atracción inicial

Opinión impopular: el romance surge siempre a través de la atracción física. Bueno, casi siempre.

La belleza está en el interior y todo eso. Sí. Sí. Definitivamente sí. Pero la belleza también está en el exterior. Cada vez que conocemos a alguien, nuestra programación genética hace un escáner que entre otros muchos parámetros evalúa su viabilidad como compañero sexual. Decidimos si alguien nos gusta o no en unos segundos y, aunque la opinión puede y suele cambiar según conocemos a la otra persona durante el tiempo, es un proceso innato y automatizado.

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5 autores a los que me encantaría parecerme más

Anoche me quedé pensando en qué autores me habían marcado más y la lista no se hizo esperar. No era qué escritores me gustaban más, sino cuáles me habían impactado más de cara a mi futuro como escritora. Me encantaría compartir sus virtudes y aprender de su trabajo. No deseo copiarlos, pero sí extraer las lecciones que su historia particular y su modo de trabajar puedan enseñarme.

Aquí va mi lista:

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Lo que aprendí al revisar mis primeras novelas

El año en que cumplí los dieciséis escribí tres novelas. Tres. Pasé de una producción literaria mínima (aunque escribía todos los días en foros interpretativos de rol, lo que es un ejercicio fantástico para aprender a redactar y desarrollar personajes) a crear como una bestia. Nunca, hasta ese momento, había terminado nada. Todo lo que había empezado había quedado en agua de borrajas, pero de pronto mis ideas sueltas se convertían en historias completas. Owk lleah!11 ¿No?

La calidad y la originalidad eran… bueno. Digamos que al menos estaban terminadas.

Me tomaba muy en serio aquellas novelas. Escribía todos los días, a menudo varias veces al día. Estaba completamente enamorada de esas historias. Quería publicar. Quería que todo el mundo las leyera. Estaba escribiendo. Era escritora, ¡al fin!

29e

¡Soy la mejor autora del universo! ¡Paso de corregir el borrador, está estupendo!

Con el paso del tiempo, a medida que leía otras cosas, me fui dando cuenta de que mis novelas no estaban bien. Ahora me doy cuenta de que una de ellas podría salvarse con una reescritura salvaje, pero las otras dos son copias de copias sin sentido propio. Era todo tan naïf, con mi propia inocencia y deseo de que estuviera bien para apañar los agujeros de trama, con mis “adoro esta historia, así que funciona porque sí”, que sólo podría haberlo escrito una persona de dieciséis años. Muy madura y con una capacidad de redacción superior a la media, pero de dieciséis años. Sin experiencia en el mundo ni en la literatura, y sobre todo sin la voluntad de esforzarme hasta dar lo mejor de mí, demasiado centrada en la necesidad de ser leída como para darme cuenta de que era mejor ser leída bien.

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Cómo crear personajes interesantes

Toda trama necesita actores. Pero los personajes no son marionetas vacías que dicen el diálogo sin sentimiento o cuentan la historia sin más. El lector llega a la historia a través de los ojos de los personajes y se implica en ella cuando estos se implican. Se preocupan de las cosas que ellos se preocupan porque les cogen cariño, simpatizan o sencillamente se interesan por sus vidas.

Hay muchas maneras de abordar a los personajes, pero a mí me gusta encarnarlos. Como si fuera una actriz del método, intento empaparme de su personalidad y su circunstancia y sentir igual que el personaje a medida que voy escribiendo. Yo soy de las que ponen caras delante de la pantalla mientras teclean, o pronuncian los diálogos en voz alta para desarrollarlos. Como autor, debes conocer a tus personajes por el medio que te sea más efectivo y tan exhaustivamente como seas capaz.

Empecemos por identificar sus partes.

La función

Si un personaje no sirve de nada, fuera. ¡Da igual que sea súper simpático! A la basura. Tal vez puedas fusionarlo con otro para así obtener una función y una gran personalidad. Pero insisto: que tenga un por qué.

¿Mueve la trama? ¿Ayuda o protege al protagonista? ¿Se le opone? ¿Es el objetivo a encontrar/salvar/matar? Si no sabes por qué está ahí, no lo pongas.

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